Todo empezó en 1979, cuando unas inundaciones arrastraron a cientos de serpientes a la orilla del banco de arena. Cuando las aguas retrocedieron, Payeng (que así se llama este hombre), un adolescente de 16 años entonces, vió que la zona se había llenado de reptiles muertos. Esta visión supuso un giro en su vida.
Debido a la falta de vegetación y sombra, las serpientes perecieron. Payeng preguntó a las autoridades locales si no podían plantar árboles ahí, a lo que le respondieron que nada podía crecer en esa zona. Le sugirieron que plantase bambú, lo cual funcionó. Más adelante plantó más especies y otras empezaron a germinar.
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